Hoy podemos disfrutar de las propiedades de esta planta en chile y muchas regiones del mundo.
Taxonomía
La melisa es una planta clasificada dentro del reino Plantae, específicamente en la división Streptophytina, clase Magnoliopsida y orden Lamiales. Su familia es Lamiaceae (conocida anteriormente como Labiatae), la misma que agrupa a otras plantas aromáticas de importancia medicinal como la menta y el romero. El género es Melissa, y su especie es Melissa officinalis L., siendo officinalis un término que designa su valor medicinal y farmacéutico tradicional, distinguiéndola como una planta de uso oficial en farmacopeas.
El nombre científico proviene del griego antiguo "melissa," que significa "abeja," reflejando la importancia histórica de esta planta como un potente néctar que atrae a estos insectos polinizadores. Este descubrimiento y documentación científica realizado durante siglos de cultivación ha permitido identificar y clasificar sus propiedades con precisión botánica.
Descripción
La melisa es una hierba perenne herbácea que alcanza entre 30 y 90 centímetros de altura, aunque en condiciones óptimas puede llegar hasta casi un metro. Su arquitectura vegetativa presenta características muy distintivas: posee tallos de sección cuadrangular (es decir, de cuatro lados), cubiertos de una pilosidad dispersa, con tallos rastreros que pueden enraizar en el suelo y ramas aéreas erectas anuales que crecen hacia arriba.
Las hojas de la melisa son una de sus características más reconocibles. Están opuestas (insertadas de a pares uno frente al otro en el tallo), tienen un pecíolo (tallo pequeño que las une al tallo principal) y presentan un limbo ampliamente ovado que puede alcanzar hasta 9 centímetros de largo por 7 de ancho. Sus márgenes son dentados (con pequeños dientes), y toda la superficie presenta pilosidad que les otorga una textura aterciopelada. Lo más notable de estas hojas es que cuando se comprimen o trituran entre los dedos liberan un inconfundible aroma a limón, debido a su contenido de compuestos volátiles como terpenos, citronella, citronelol, citral y geraniol.
Las flores de la melisa son blancas o ligeramente blanquecinas y se encuentran agrupadas en verticilastros (disposiciones circulares de flores alrededor del tallo). Cada flor es pentámera (con cinco partes) y presenta un cáliz tubular ligeramente bilabiado con 13 nervios visibles. La corola forma un tubo abierto con dos labios cortos, y posee 4 estambres didínamos (dos más cortos que los otros dos), fusionados a la corola. El fruto es un lomento (fruto seco que se divide en segmentos) que contiene 4 clusas (frutos pequeños uniloculares).

Distribución
La melisa es originaria del sur de Europa y de la región mediterránea, donde ha crecido de forma silvestre durante milenios. Su hábitat natural comprende prados húmedos, claros de bosques, márgenes de ríos, setos y campos cultivados sobre suelos ricos en materia orgánica que retengan la humedad.
Desde la antigüedad, esta planta fue domesticada por el ser humano debido a sus extraordinarias propiedades medicinales y culinarias. Su cultivo se extendió progresivamente hacia Europa central durante la Edad Media, introducida por monjes benedictinos, alcanzando su máxima expansión cultivada durante el Renacimiento. Se naturalizó ampliamente en regiones templadas de Europa, adquiriendo presencia significativa en farmacopeas locales.
En el contexto chileno, la melisa llegó como parte del proceso de introducción de plantas medicinales exógenas durante la Conquista española del siglo XVI. Los cronistas españoles, como Gerónimo de Bibar en 1558, documentaban la presencia de plantas medicinales europeas en la zona de Santiago, incluyendo especies como manzanilla, malvas y verbena. Aunque las fuentes no mencionan explícitamente a la melisa en estas primeras crónicas, su expansión posterior en Chile fue parte de un flujo constante de plantas introducidas que se naturalizaron en el territorio. Actualmente, la melisa se cultiva y se ha naturalizado en jardines y huertos de múltiples zonas templadas de Chile, desde la zona central hasta la zona sur, siendo particularmente común en la región metropolitana y en zonas de clima mediterráneo.
Su distribución contemporánea en Chile refleja la adaptabilidad de la especie a climas mediterráneos templados similares a su región de origen, aunque también puede cultivarse exitosamente en zonas más cálidas con riego adecuado.
Cultivo y Propagación
La melisa se adapta bien a climas templados a cálidos, requiriendo temperaturas óptimas entre 18°C y 28°C. En Chile, esta característica la hace especialmente apta para cultivo en las regiones de clima mediterráneo de la zona central y central-sur, aunque puede también prosperar bajo condiciones controladas de riego en zonas más secas.

Requerimientos de luz y suelo: La planta prefiere ubicaciones con pleno sol o semisombra, siendo más productiva bajo luz solar directa. Respecto al suelo, requiere un material fértil, bien drenado y rico en materia orgánica, con un pH entre 5,5 y 7,5. Es importante que el suelo mantenga humedad edáfica (retención de agua) sin llegar al encharcamiento, lo que puede provocar pudrición radicular.
Métodos de propagación: La melisa puede propagarse mediante tres métodos:
- Propagación por semilla: Las semillas de melisa poseen un porcentaje de germinación medio entre 40 y 60%. Esta es la forma más económica de establecer cultivos a mayor escala, aunque requiere mayor tiempo hasta la obtención de plantas productivas (60 a 90 días).
- Propagación por esquejes: Se realizan típicamente en otoño, tomando fragmentos de tallos leñosos y colocándolos en sustrato húmedo. Este método garantiza uniformidad genética respecto de la planta madre.
- División de matas: Es el método de propagación asexual más común y accesible para horticultores pequeños, realizado cuando la planta está en estado vegetativo. Presenta alta facilidad de enraizamiento y es la técnica preferida en huertos domésticos.
Manejo agronómico: Una vez establecidas, las plantas requieren riego regular, especialmente durante periodos secos, y escardas periódicas para controlar malezas competidoras. Las hojas pueden comenzar a recolectarse entre 60 y 90 días después de la plantación, de preferencia en las horas más frescas del día para preservar los compuestos volátiles. El cultivo es perenne y puede mantenerse productivo durante 2 a 3 años con buen manejo, aunque algunos estudios indican duraciones hasta de 4 a 5 años antes de que el rendimiento disminuya significativamente.
Usos e Historia
Dimensión Histórica y Cultural
La melisa ocupa un lugar privilegiado en la historia de la medicina occidental. Desde la antigüedad grecorromana fue apreciada por sus propiedades calmantes y aromáticas. Durante la Edad Media, los monasterios europeos fueron centros de cultivo y estudio de esta planta, siendo los monjes benedictinos quienes desarrollaron primeros extractos alcohólicos y técnicas de destilación.
El hito histórico más notable corresponde al siglo XVII en Francia, cuando un grupo de monjas carmelitas de París desarrolló el famoso "Eau de Carmélite" o "agua carmelita," una preparación que combinaba alcohol de melisa con hierba angélica y múltiples especias aromáticas. Esta fórmula se convirtió en uno de los remedios más buscados en Europa durante siglos, utilizado para tratar dolores de cabeza, indigestión, insomnio y "dolor de nervios." Los Carmelitas Descalzos producían desde al menos 1611 el denominado "alcoholato de melisa" o carmelitana, destilando hojas en alcohol de 80° con cortezas de limón y naranja, nuez moscada, culantro y canela. Esta preparación mantiene aún hoy cierta vigencia en tradiciones herbolarias europeas.

En la España medieval, la melisa fue introducida por los moros ocupantes durante el siglo X, posteriormente siendo difundida a Europa central por redes monásticas. Cuando los españoles conquistaron América a partir de 1492, portaban en sus equipajes botánicos semillas y esquejes de plantas medicinales como la melisa, que se consideraban esenciales tanto para curar a los conquistadores como para facilitar evangelización mediante la "conversión medicinal" de poblaciones indígenas.
En Chile, la melisa llegó junto con otras plantas medicinales europeas como manzanilla, malva, verbena y llantén durante los siglos XVI y XVII. Aunque no existe documentación explícita sobre su introducción temprana comparable a la de otras especies, su presencia se consolidó progresivamente en jardines familiares y conventos. Durante los siglos XIX y XX, Chile participó activamente en comercio internacional de plantas medicinales, lo que permitió la llegada de textos foráneos que dotaron de formalidad científica a estas prácticas tradicionales de salud.
Presencia en la Medicina Tradicional Chilena
La investigación etnobotánica contemporánea ha documentado que la melisa es parte integral de la farmacopea popular chilena. Estudios realizados en instituciones como la Universidad de Chile han confirmado que la menta, la melisa y el cedrón constituyen un trío dominante en el uso medicinal popular chileno, siendo plantas introducidas principalmente por españoles que hoy son consideradas muy propias de la cultura local.
Un aspecto cultural significativo es que la transmisión del conocimiento sobre plantas medicinales en Chile es un ámbito predominantemente femenino. Las mujeres no solo son las principales consumidoras (más del 80% según encuestas disponibles), sino también las guardianas y transmisoras de este conocimiento a sus familias y comunidades. Este patrón es particularmente evidente en comunidades mapuches de la zona centro-sur, donde históricamente las mujeres han mantenido y reactivado el uso de plantas medicinales incluso cuando estos conocimientos fueron presionados por la adopción de medicina occidental.
Propiedades Medicinales Documentadas
La melisa es extraordinariamente rica en compuestos bioactivos. Posee un contenido total de compuestos fenólicos de 54,9 ± 2,14 mg de equivalentes de ácido gálico por gramo, y de flavonoides de 25,8 ± 6,26 mg, constituyéndola como una planta con potente capacidad antioxidante. Su aceite esencial contiene compuestos específicos como β-cariofileno, germacreno, geranial y neral, siendo estos dos últimos miembros del grupo funcional de los aldehídos.
Los principales efectos farmacológicos reconocidos incluyen:
Sedante y ansiolítica: Los extractos alcohólicos y el aceite esencial producen actividad espasmolítica y efecto ansiolítico mediante modulación de múltiples vías neuroquímicas. Actúa sobre el sistema nervioso, ayudando a reducir estrés, ansiedad y nerviosismo. En medicina tradicional chilena, se utiliza específicamente para estados depresivos, nerviosos, palpitaciones e insomnio.
Antiespasmódica y carminativa: Relaja la musculatura del aparato digestivo, aliviando cólicos, gases y molestias estomacales. Ha sido empleada desde la antigüedad en la reanimación de desmayados como calmante natural.
Digestiva: Favorece digestión ligera y calma el estómago en casos de acidez o indigestión. En la tradición chilena se usa para afecciones estomacales variadas.
Antiviral y antibacteriana: Su aceite esencial se emplea para prevenir infecciones leves, siendo particularmente reconocida para el tratamiento del herpes labial.
Respiratoria: Utilizadas desde la medicina tradicional para malestares respiratorios como tos y bronquitis.
Antiinflamatoria y analgésica: Contribuye a reducir dolores leves, inflamaciones y malestar general, incluyendo dolores menstruales y musculares.
Usos Contemporáneos
En Chile, la melisa se consume principalmente en infusión ligera, forma que preserva mejor sus compuestos volátiles. Puede beberse sola o combinada con otras plantas aromáticas como menta, cedrón y manzanilla, reforzando sus acciones cuando se asocia con otras especies. El aceite esencial se utiliza en perfumería, cosméticos, lociones y jabones, aprovechando su penetrante aroma a limón que promueve sentimientos de calma y relajación.
Es importante destacar que la melisa también es una excelente planta melífera que atrae abejas, siendo valorada en huertos agroecológicos tanto por sus propiedades medicinales como por su contribución a la polinización.

Secretos y Mitos de la Tradición
Aunque la melisa no posee una mitología indígena mapuche comparable a la del canelo o el maqui, adquirió en la tradición herbolaria europea un aura de "secreto medicinal" que se mantiene en ciertos círculos. El "alcoholato de melisa" de los Carmelitas estuvo durante siglos envuelto en una aureola de misterio: se cuenta que cuando monjas carmelitas huyeron de París durante la Revolución Francesa, llevaban consigo la receta secreta del Eau de Carmélite, jurando transmitirla solo a un sucesor iniciado cuando alguna de ellas muriera. Esta narrativa de "conocimiento secreto" contribuyó a perpetuar una valoración especial de la planta en círculos de herboristas tradicionales.
En la tradición popular chilena contemporánea, la melisa es considerada una planta "tranquilizante natural" sin efectos secundarios, siendo frecuentemente recomendada por abuelas y matronas como remedio casero para el nerviosismo, la mala digestión y el insomnio. Su incorporación en medicamentos herbarios tradicionales reconocidos oficialmente por organismos como el MINSAL (Ministerio de Salud de Chile) la ha legitimado como parte del arsenal terapéutico reconocido por la medicina institucional chilena.

La recuperación contemporánea de estos conocimientos medicinales ha adquirido especial relevancia con proyectos comunitarios que buscan revalorizar las plantas medicinales no como curiosidades históricas sino como herramientas cotidianas de autonomía sanitaria, particularmente en comunidades rurales donde la cobertura de medicina occidental es aún insuficiente.